La limpieza de obras de arte es uno de los procesos irreversibles más complejos en restauración. Es necesario limpiar barnices, colas y suciedad sin quitar la pintura y el soporte de la obra.
Desde hace mucho tiempo, se han utilizado dos procedimientos diferentes: mecánico y húmedo. Cuando se realizaba la técnica húmeda, se usaba una pasta de harina y agua, pero no se podía controlar la humedad y podía afectar al soporte de la capa u obra estampada, sobre todo en las esculturas de yeso. A día de hoy, y tras haberse estudiado y comprobado una nueva técnica en departamentos y centros de restauración más importantes del mundo, se ha propuesto un sistema basado en agarosa y agar.
Con el nuevo sistema, el profesional podía regular la cantidad de humedad por medio de la creación de un gel rígido conformado por agua y agar o agarosa. Este gel lo distribuye por la superficie de la obra a limpiar directamente o sobre un papel poroso. Una vez colocado, actúa como una “esponja molecular” que absorbe cualquier material soluble en agua de las superficies.
Sumado a esto, su limitado poder de adhesión consigue que, por lo general, no sea necesario un lavado o postratamiento a su uso, como sí ocurre con otros agentes gelificantes. Son muchos los beneficios del uso de agar: es termorreversible, económico, no tóxico y de fácil preparar.
Son muchas las pinturas y esculturas que, gracias a las propiedades del agar, nos hacen disfrutar de su imagen original. Algunas de ellas son pinturas del Museo Thyssen-Bornemisza o la colección de escultura en yeso de la galería d’Arte di milano.