Dentro de la industria alimentaria, el agar-agar tiene aplicación en pastelería y bollería como componente de rellenos o coberturas, confitería en la preparación de dulces o gominolas, en productos lácteos como gelificante en postres y productos cárnicos enlatados sometidos a procesos de alta temperatura, por su alta resistencia a choque térmico. Destaca el despegue del uso a nivel doméstico como un ingrediente más en la dieta por su reconocida fama de producto saludable y versátil.

Debido a que el agar-agar forma una red molecular por mediación de enlaces de puente de hidrógeno, hace que el producto necesite exclusivamente de agua a ebullición para formar geles muy estables y con altas fuerzas de gel, lo que hace que su dosificación deba ser muy inferior a otros productos gelificantes.

Al ser un producto 100% vegetal, es un sustitutivo ideal de gelatinas animales, sobre las que tiene la gran ventaja de tener un poder gelificante 6 veces mayor. Adicionalmente el agar presenta un efecto saciante muy alto y aporta mucha fibra natural siendo ideal para dietas de aporta calórico bajo.

Su histéresis o diferencia entre las temperaturas de gelificación de la disolución o fusión del gel es otra característica determinante a la hora de obtener disoluciones hasta temperaturas prácticamente ambiente o geles que no se funden de nuevo hasta temperaturas cercanas a la ebullición, resistiendo estable y gelificado bajo las altas temperaturas ambientes en almacenamiento o transporte que suceden en ocasiones dentro de las cadenas de suministro.